Adán y Eva cuando conocieron el mal, percibieron que estaban desnudos y se escondieron, y Dios le dijo a Adán: “¿quién te enseñó que estabas desnudo, acaso comiste del árbol?”. Adán echó culpas: “yo no te pedí, a esta mujer”. Eva fue más viva ella dijo: “la serpiente me engañó”, no dijo: “yo decidí pecar”. Echamos culpas cuando decimos: “vivo lejos, no me dejan crecer, me manipulan” ¡tenemos que dejar de echar culpas!
Emociones que tuvieron Adán y Eva:
Culpa: hay dos maneras de enfrentar la culpa, una es la actitud infantil y la otra la actitud madura. Por ejemplo: si le grito a mi hijo o hago algo que está mal, la actitud infantil sería sentirme mal, llorar, torturarme, castigarme o pedir perdón a la ligera y listo. En cambio, la actitud adulta sería: Si le grito a mi hijo, me siento mal, le pido disculpas y corrijo mi conducta mirando hacia adelante. Otro ejemplo: paso el semáforo en rojo; me siento mal, pago la multa y listo. Esa sería una actitud infantil. Una actitud adulta sería: Paso el semáforo en rojo, me siento mal, pago la multa y corrijo mi conducta hacia adelante. Por eso Jesús le dijo a una mujer que había cometido un error cuando la perdonó “vete y no peques más”.
Cuando uno corrige para adelante, pasa de la culpa a la responsabilidad. Es esta última la que nos da crecimiento, la culpa sólo nos trae dolor y desenfoque.
Miedo: el miedo te lleva a evitar, tengo miedo al perro, y lo evito, miedo a la gente y la evito. Si la culpa te lleva al castigo, y el miedo a evitar; la vergüenza es la creencia de que uno está fallado, tiene algo malo que tiene que esconderse porque el otro nos va a dañar. Hay quienes sienten eso y Dios viene a restaurarte, a darte promesas de victoria para que todo te salga bien.
Dios dijo: “y pondré enemistad entre ti y la mujer y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. La simiente significa: esperma, semilla; “le vas a pegar a Eva, pero su descendencia te va a aplastar la cabeza”.
Dios te va a sacar la culpa, para que superes todo lo que te estaba dañando, lo aplastarás; y lo destruirás por completo.
Los israelitas tenían que pelear contra Amalec (acérrimo enemigo del pueblo de Dios). La primera batalla se da en el desierto, siempre atacaban por la retaguardia, a los soldados más débiles. Mientras Moisés levantaba los brazos adorando a Dios, los israelitas los destruyeron. Un grupito de Amalec se escapó, Dios levantó a Saúl y peleó contra ese grupito, Dios había dicho: “elimínalos a todos, yo prometí que iban a ser destruidos por completo”. Pero Saúl esconde al rey de Amalec y a un par de ovejas, por eso Dios lo desechó como rey y levantó a otro rey, que fue David.
David un día fue saqueado por los de Amalec, la gente se puso loca y se enojaron contra David; en las crisis las personas buscan destruir a quienes siempre los han bendecido. David consultó a Dios y recuperó todo, pero un grupo de los amalecitas se escapó, y fueron aniquilados por los simeonitas en tiempos del rey Ezequías.
Hay cosas que aparecen que logras vencerlas, pero vences, y no los destruís por completo y vuelven a aparecer. La promesa es: ¡la vas a destruir por completo!
Dios Te ha dado la unción para que esa deuda, esa enfermedad, esa culpa que cargas desde hace años las destruyas, para que las castigues en la cabeza y nunca más aparezcan.
Voy a enfrentar todos mis miedos: lo que evitabas por miedo ahora estás capacitado para enfrentarlos. “Voy a enfrentar, me voy a mostrar no me voy a esconder. Él te viste con su gloria para que empieces a mostrarte. Él te dice: tus errores y fallas yo las transformaré en fortalezas”.
David agarró la espada para que nunca más se levante el gigante Goliat. Dios te va a dar la unción para destruir todas las cosas que tienen una simiente corrupta. Cuando David peleó con Goliat el resultado fuese cual fuese era ganancia para David, si mataba al gigante era coronado por el rey y si moría se transformaba en héroe. Goliat perdía en ambos resultados, si mataba a David la gente diría: “y si era un muchachito al que mató, no hay mérito”; y si moría, perdía también. Los ganadores se meten en batallas que sea cual sea el resultado ganan. Y los gigantes se meten en batallas que sea cual sea el resultado pierden. ¡Pelea batallas sabiendo que te irá bien porque Dios prometió que siempre nos acompañará!